El Infantilismo de la Izquierda- Parte I

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La izquierda, concretamente en los movimientos de caracter ‘comunista’, han adoptado distintas posturas acordes a las circunstancias históricas y de las necesidades estratégicas de la revolución. Estos cambios siempre han estado respaldados por las situaciones socio-políticas que han sido impulsada a lo largo del último siglo. Sin embargo, estas redirecciones de la concepción marxista adaptadas a la atención de las circunstancias solo ha repercutido en que las ideas bases de la lucha de clases y de la conciencia de las masas tome un camino de caracter individual e idealista; no ha tomado una concepción realista y profunda, sino superficial y . Los objetivos y medios de la revolución han pasado de ser un análisis dialéctico de la historia y de la situación de los trabajadores, a una concepción idealista de los individuos de una sociedad y caer en ese ‘infantilismo’ progresista, que no es más que una lucha de palabras vacías de carácter reformista

En España se puede ver cómo crece un movimiento, tras la muerte del dictador Francisco Franco, que muestra la carencia de perspectiva revolucionaria y una visión más profunda sobre la lucha de clases y los intereses de la economía financiera y capitalista en los aspectos, individualmente, negativos o positivos que se pueden apreciar a lo largo de la historia del parlamentarismo monárquico. No hablaré precisamente de la conocida ‘Movida Madrileña’, ya que sobra decir que fue un movimiento artístico moderno de ideología burguesa: alienada, individualista, con miras comerciales…; hablaré del movimiento ideológico y político de estos dos últimos siglos, y más concretamente en la izquierda española. Es en España donde se da un claro ejemplo de a qué tipo de denigración ha caído la izquierda por culpa de los tópicos acarreados por el comunismo en el último siglo, que acaba chocando con el oportunismo de burócratas y sectarios que se limitan a las directrices de los partidos políticos y los sindicatos. Claro ejemplo puede servir con Izquierda Unida y el Partido Comunista Español, que no es más que un conglomerado de ‘viejos comunistas’ y ‘republicanos’ que defienden a capa y espada dichos partidos, vayan o no en la dirección correcta, sin atender a la realidad que rodea a ambos partidos. Se reducen a una actitud no muy distinta a las palabras pronunciadas por la presidenta de Andalucía Susana Díaz: ‘Liberal en lo económico, PERO socialista de corazón’. Me pararé a analizar cada uno de los aspectos que destacan en la izquierda ‘comunista’ española:

1. República                                        

Se ha dicho desde siempre que España ha estado dividida en dos, y si es así, es mas bien en dos patrias: la patria de carácter monárquico y fascista por un lado, y la patria de carácter republicano. Se ha olvidado la izquierda española de cómo aquel gobierno que prometía tanto pan, tanta tierra y tanta salud e igualdad, no dejaba de ser el mismo gobierno liberal y burgués como lo ha sido siempre Francia o las repúblicas alemanas. Una república que a base de cartillas de racionamiento imponía unas directrices de mercado privado y privilegiado, con contrastes sociales y una política social que incitaba a la comodidad más que a la conciencia. Fue un gobierno republicano, que aun rompiendo la monarquía desde el movimiento obrero, aun conservaba las tradiciones de la aristocracia y la realeza española. Parece que la izquierda española se ha olvidado de esto, y de las continuas opresiones del gobierno republicano a los movimientos obreros; pero el apoyo a la república desde la izquierda no ha sido nunca un acto de conciencia o estrategia revolucionaria, sino un rencor cultural y social hacia las criminalidades del franquismo totalmente justificadas pero carentes de una objetividad histórica.

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La revolución en Asturias marcaba el inicio de una posible revolución fallida por la opresión de la burocracia de la II República Española.

No se debería de olvidar la opresión del gobierno republicano que, defendiendo los intereses de la burguesía y oponiéndose al movimiento obrero y la revolución por la emancipación proletaria, envió al futuro dictador Francisco Franco en 1934 a acabar con la revolución de los mineros en Asturias que se oponía al gobierno republicano y a su política conservadora propia de un gobierno burgués. La insurrección fue duramente oprimida y sentenciada al olvido como uno de los actos del republicanismo capitalista y del sectarismo español.

Pero Asturias no se debe de tratar como un caso aislado, o como una revuelta oprimida por unas circunstancias, sino que se debe de tener en cuenta la política del gobierno republicano que vivía en su segundo bienio bajo la política de la CEDA (Coalición Española de Derechas Autónomas), un partido que sabiendo su nombre sobra decir su inclinación ideológica, pero es conveniente conocer su política y recordar en qué se convirtió la república en sus últimos años antes de la Guerra Civil Española: crítica del laicismo y de una política supuestamente ‘anticlerical’, y un gran apoyo por parte del movimiento católico; alianza con los movimientos de derechas procedentes de las grandes influencias de la monarquía de Alfonso XIII durante la dictadura de Primo de Rivera; ofreció un puesto en las candidaturas por la CEDA a José Antonio Primo de Rivera y a Francisco Franco Bahamonde; dio la presidencia del gobierno a Alejandro Lerroux, quien apoyó al bando sublevado cuando comenzó la Guerra Civil Española, y personalmente mostró admiración por Francisco Franco. Esto es, de manera superficial, la política y el rastro histórico del gobierno republicano, seguido de un largo etcétera de retraso de progresos sociales conseguidos por el reformismo burgués del primer bienio republicano.

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Vladimir Putin, François Hollande y Angela Merkel, tres jefes de estado de distintas repúblicas no muy buenos amigos de los obreros precisamente.

A día de hoy, el movimiento republicano no dispone de un análisis coherente ni un entendimiento histórico objetivo, y se puede ver en las proclamas absurdas y sin sentido como la de ‘Felipe VI, el Gran Dictador’, o la comprensión de la monarquía como base de la hegemonía impuesta en España cuando la monarquía no es ni la cúspide de la pirámide del poder tanto político como económico, o al menos, no lo es la concepción de la monarquía como tal (aunque los miembros de la monarquía sí son parte de la clase dominante en España y fuera de sus fronteras, pero esto se determina por la posesión privada de productos y medios de producción, y no por la simple posición privilegiada de la monarquía); también recurren a la falacia de que en paises republicanos las condiciones de los trabajadores es mejor, o que los ‘jefes de estado’ de los paises republicanos no tienen la condición de vivir en una clase social o modo de vida privilegiado. Nada más lejos de la realidad. Teniendo en cuenta que paises como Alemania, Rusia, Francia o EEUU, aparte de la mayoría de los paises en el mundo contemporaneo, hay un sistema republicano por lo general parlamentario, presidencialista o semipresidencialista, y podemos ver que en todos los casos en los que se da el sistema republicano los ‘jefes de estado’ también viven en un modo de vida privilegiado y al servicio de la burguesía y el imperialismo capitalista, por lo que está visto que el republicanismo no es la solución a los problemas que se enfrenta a diario el obrero, ni lo es para las contradiciones del capitalismo sino que, además, establece unas bases para la hegemonía burguesa, hecho que ocurre desde la misma Revolución Francesa de 1789.

2. Reformismo                                        

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El 15-M pudo experimentar unas bases asamblearias y una organización ideal que pudo unir la participación despolitizada de millones de personas. Pero esta falló por su carácter reformista y sin un respaldo fundamental de su esencia.

Con la violencia vivida en el pueblo español durante la Guerra Civil Española y el régimen Franquista hasta los años 70’s, y luego con los movimientos de incertidumbre política a principio de los 80’s, España se ha reducido a la pasividad y la apatía por el movimiento físico de las personas por protestar y ejercer los derechos de la libre expresión. Los partidos se caracterizan por apelar a las vías reformistas y al cambio momentáneo y agilizado de los problemas de los trabajadores y la sociedad en general. Grave problema. El reformismo comprende que los métodos del cambio socio-político-económico en la sociedad deben de ser las vías pacíficas y por ende el método parlamentario y democrático. Pero a pesar de ello, es cierto que en España ha habido movimientos y huelgas generales que han marcado huella en la historia política de España: no debemos olvidar el 15-M en 2011, las huelgas de mineros en el año 2012 y el 14-N, las huelgas de taxistas y estibadores en 2017, y un largo etcétera de huelgas anteriores y posteriores; pero es aquí donde se demuestra que no es con las soluciones inmediatas ni con las huelgas temporales como los trabajadores podrán encontrar el cambio sistemático, sino que se verá de frente con los intereses de clases y las alternativas casuales del beneficio de la hegemonía económica.

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Las mujeres siempre han trabajado en las fábricas, pero no fue hasta mediados del siglo XX que empezaron a tener cierto reconocimiento laboral. Con el pretexto de la II Guerra Mundial, estas empezaron a ser reconocidas en masas, pero siempre con el objetivo de alentarlas a trabajar con fines propagandísticos. En la foto: trabajadoras de una fábrica de juguetes en Londres, años 1933.

El reformismo jamás ha demostrado un cambio real y eterno (o, al menos, duradero) no en el estado, sino en el sistema económico, pues estos cambios “democráticos” serán siempre y cuando haya intereses de por medio. Pondré ejemplos internacionales: desde comienzos del siglo XX, y sobre todo a mitad de siglo, los derechos de la mujer aparecieron en la historia de una manera jamás vista anteriormente; fue innovador y progresivo, acompañado de las protestas feministas y sufragistas. La mujer aparecía aun con tabúes en el mercado laboral, en los lugares de trabajo, y todo ello con contratos y representación sindical. La mujer estaba consiguiendo a través del reformismo del estado occidental la aparición oficial en el sistema. Pero esto tenía un respaldo de intereses: la producción en masas a un precio más barato en ausencia de los hombres debido al servicio militar obligatorio. Efectivamente, mientras que la burguesía establecía sus posiciones en los países en guerra, necesitaba de una mano de obra que produjera en sus fábricas. Esto se aplica además al derecho de las personas de color.

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Las leyes de prohibición siempre han alimentado a las mafias por sus intereses al no tener que pagar impuestos por la venta de sus productos, pero la legalización hizo que las mafias se convirtieran en empresas legales. En la foto: vaciando el licor el día en que la prohibición entró en vigor.

Otro ejemplo notable es la prohibición del consumo de alcohol en Estados Unidos en los años 20’s y principio de los 30’s del siglo XX de nuevo;  esta prohibición (conocida como la “ley seca”) potenció el mercado descontrolado y no asegurado del alcohol entre las mafias y la evasión fiscal de esta. Las mafias del alcohol estaban a la orden del día en la sociedad estado unidense, pero rápidamente vio la necesidad de abrirse al mercado legal puesto que el consumo de alcohol siempre ha generado beneficios millonarios, y es por ello que las grandes mafias estadounidenses consiguieron presionar al gobierno para la legalización del alcohol, y así conseguir que las mafias hasta ahora perseguidas entraran al mercado de manera libre y fuera de la clandestinidad. Esto es un caso también aplicable a las empresas de apuestas, entre otras.

Por supuesto, cualquier movimiento social se verá respaldado por los intereses económicos, y como estos se desenvuelven en el sistema capitalista imperante, estos cambios se verán reconocidos siempre y cuando merezcan unos beneficios económicos y/o políticos, y por tanto jamás serán un avance para el trabajador, pues sufriría el pago masivo de impuestos por el consumo del producto producido por ellos mismos, más el precio de la mercancía; o bien, condiciones laborales precarias con el pretexto racista o de género y el control oficial de los trabajadores.

Por eso mismo, el reformismo (y con ello me refiero además a las medidas concretas circunstanciales y derechos inmediatos siempre aprobadas por el sistema) no le conviene al proletariado, pues a este le conviene la emancipación de las clases trabajadoras por sí mismas. Por ello recordemos que “la emancipación del proletariado es del proletariado, o no es.”

«El estado moderno no es sino un comité que administra los problemas comunes de la clase burguesa»Karl Marx y Friedrich Engels, «El Manifiesto Comunista» 1848

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